¿Qué sentido tiene la vida? ¿Somos seres relevantes o irrelevantes en el vasto universo? ¿Qué valor tiene el sufrimiento y la felicidad? Estas son algunas de las preguntas más grandes y difíciles que enfrentamos los seres humanos, y a las que intenta responder el filósofo sudafricano David Benatar en su libro El dilema humano: una guía sincera para las preguntas más grandes de la vida cuya lectura he terminado recientemente.
Benatar es conocido por su defensa del antinatalismo, la interesante y polémica posición ética que sostiene que es mejor no nacer y que traer nuevos seres al mundo es moralmente incorrecto. En este libro, sin embargo, se ocupa de temas más amplios y fundamentales sobre la condición humana. Su tesis principal es que nuestra existencia es profundamente problemática y que no hay una solución satisfactoria a nuestros dilemas. Su argumento se basa en una evaluación crítica y rigurosa de las evidencias empíricas, filosóficas y religiosas disponibles.
El libro se divide en cuatro partes. La primera parte trata sobre el significado de la vida, tanto individual como colectivo. Benatar sostiene que mientras nuestras vidas pueden tener algún sentido relativo o subjetivo (o incluso a escala grupal o en raros casos de individuos excepcionales a nivel de toda la humanidad), carecen de sentido absoluto u objetivo. No hay un punto o propósito cósmico para la vida humana en general ni para las vidas humanas individuales. Somos el resultado de un proceso natural ciego e indiferente que no nos asigna ningún rol especial ni nos otorga ningún destino trascendente.
La segunda parte aborda el problema del valor de la vida. Benatar defiende un pesimismo sustancial pero no total sobre la calidad de nuestras vidas. Afirma que mientras nuestras vidas pueden tener algunos aspectos positivos o valiosos, estos son superados por los aspectos negativos o dañinos. El sufrimiento, la frustración de los deseos y los males objetivos son más frecuentes, intensos y duraderos que el placer, la satisfacción y los bienes objetivos. Además, nuestras vidas están sujetas a numerosas limitaciones e imperfecciones que nos impiden alcanzar nuestro potencial o realizar nuestros ideales.
La tercera parte se ocupa del problema del suicidio. Benatar analiza las razones a favor y en contra de poner fin a nuestra propia existencia. Reconoce que hay casos en los que el suicidio puede estar justificado o incluso ser preferible a seguir viviendo una vida miserable o indigna. Sin embargo, también señala los posibles errores cognitivos y emocionales que pueden influir en nuestra decisión suicida, así como las consecuencias negativas para nosotros mismos y para los demás. Por lo tanto, concluye que el suicidio no es una solución general ni fácil al dilema humano.
La cuarta parte examina el problema de la muerte. Benatar explora las implicaciones filosóficas y psicológicas de nuestra mortalidad inevitable e ineludible. Argumenta que mientras la muerte puede tener algunos beneficios relativos o instrumentales (como poner fin al sufrimiento o evitar males futuros), también tiene costes absolutos e intrínsecos (como privarnos de bienes futuros o anular nuestro ser). En otro capítulo posterior realiza también un interesante análisis de la inmortalidad y sus ventajas e inconvenientes.
El libro termina con una breve reflexión sobre cómo vivir con el dilema humano sin caer en el engaño o la desesperación. Benatar sugiere algunas actitudes posibles ante nuestra situación precaria e insatisfactoria: aceptarla con resignación; resistirla con rebeldía; transformarla con creatividad; mitigarla con compasión; distraernos con humor; disfrutarla con moderación; apreciarla con gratitud.
El dilema humano es un libro provocador e incisivo que desafía muchas ideas convencionales y consoladoras sobre nuestra existencia y, aunque no estoy de acuerdo con todos sus postulados, me parece una lectura muy recomendable para cualquier persona.
