«Soyen Shaku, el primer maestro zen que viajó a América, solía decir: “Mi corazón arde como el fuego, pero mis ojos están fríos como cenizas muertas”. Propuso las siguientes reglas, que él mismo practicaría, día tras día, durante toda su vida.:
– Por la mañana, antes de vestirse, quema incienso y medita.
– Retírate a una hora fija. Come a intervalos regulares, con moderación y sin llegar al punto de saciedad.
– Recibe a los invitados con la misma actitud que tienes cuando estás solo. Cuando estés solo, mantén la misma actitud que al recibir invitados.
– Observa lo que dices, y, digas lo que digas, ponlo en práctica.
– Cuando se te presente una oportunidad, no la dejes escapar. Sin embargo, piénsatelo siempre dos veces antes de actuar.
– No te lamentes por el pasado. Dirige tu mirada hacia el futuro. Mantén la intrépida disposición de un héroe y el corazón cariñoso de un niño.
– Al irte a acostar, duerme como si se tratara de tu último sueño. Al despertarte, sal inmediatamente de la cama como si tirases un par de zapatos viejos.»
* Del libro: «101 Cuentos Zen» de Nyogen Senzaki y Paul Reps